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No es nada raro oír al actual presidente venezolano hablar de su predecesor cada vez que viaja otro país, como si esto le ayudara a encontrar respaldo político entre los dirigentes internacionales, cuando, en verdad, todos miran a otro lado cada vez que se sale a la luz el tema de la crisis que hoy en día sigue afectando al país.
Podríamos situar el motivo por el cual esta situación alarmante comenzó con la crisis petrolera vivida en el país en el año 2008, o también por la reforma de la constitución venezolana de 1961 ejercida por el antiguo presidente, esto último fue algo que la mayoría de los principales líderes políticos no vieron necesario.
Desde que la brusca bajada de precios se produjo, no han parado de sucederse hechos aun más graves, como la crisis inmobiliaria o la deuda venezolana, en esta última cuestión hay que hacer referencia que en tan solo 4 años, los ingresos por salario mínimo descendió en más de 150 bolívares, un fraude fiscal que afecta principalmente a las empresas y grandes fortunas y que todavía hoy sigue vigente.
Pero lo que de verdad desató la furia de la población fue en las elecciones presidenciales en 2013, en la que de detectaron irregularidades de en torno a 4.000.000 de votos, cuando se solicitó que se solicitó un conteo del 100% de los votos, una solicitud apoyada por países como España y Estados Unidos, entre otros. El resultado fue la suspensión del referéndum constitucional, algo que hizo mucho daño al pueblo venezolano, ya que dicha suspensión suponía un rompimiento del hilo constitucional.
En resumen, un gobierno que salió victorioso en dichas elecciones de manera polémica no ha traído más que problemas, y está llevando al país a una situación caótica en la que ningún país quiere ver nada y que la población, tarde o temprano, tendrá los ánimos suficientes cargados de rabia y odio para comenzar una guerra civil a la que nadie quiso llegar.
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